A la octava cerveza apenas se mantenía en pie junto a la barra del bar de su pueblo. En otras circunstancias alguno de sus paisanos le habría dicho que dejara de beber de aquella manera. Esta vez nadie le dijo ni una palabra. Ni siquiera después de vomitar sobre el vestido de novia que aún llevaba puesto tras el plantón.
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Vaya, que fuerte...
ResponderEliminarexcelente relato *L*
Besos
Un micro relato muy bueno, estupendamente llevado y con excelente conclusión!
ResponderEliminarMuy contundente.
ResponderEliminarEn sus circunstancias , hubiera bebido para pasarlo bien , no para vomitar.
ResponderEliminarMuy bueno.
Entonces, entró un forastero echó sifón en la mancha del vestido y, juntos, salieron del bar de paisanos.
ResponderEliminarUn beso!
Es lastima que no puedas oír mis aplausos.
ResponderEliminarEscueto, brillante, no exento de humor corrosivo y sobre todo original.
Mi admiración y un abrazo.
No siempre nos da el tiempo de buscar el lugar adecuado donde lanzar las tripas. Excelente micro!
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Un micro muy bueno *L* !cómo para no beber...!
ResponderEliminarBesos.
Tras la consecuente resaca, más tarde o más temprano se alegrará y dirá aquello de que a enemigo que huye, puente de plata.
ResponderEliminarExcelente micro *L*.
Un abrazo.
En pocas palabras has dicho mucho.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Y ella en cuanto se le pase la resaca, a lo mejor hasta lo agradece.
Un beso, preciosidad