Mientras recorría con sus pupilas los pósters que invadían las paredes de su cuarto, se dejaba llevar extasiada por el movimiento de sus traviesos dedos sobre su clítoris inflamado. Le sobrevino el orgasmo imaginando a su ídolo junto ella. Tan perfecto él, tan perfecto todo... El sonido del despertador la devolvió a la cruda realidad. Ésa en la que la idealización de otros no deja de ser un error. Donde los fallos existen y la perfección -incluso en el amor- queda relegada al plano de la imaginación y de los sueños.
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Que reloj más inoportuno.
ResponderEliminarEntiendo eso de la imaginación y lo de volver abruptamente a la cruda realidad.
Lo planteaste con tu estilo tan personal y logrado.
Si los posters que adornaban las paredes de su habitación le recordaban a su amado ídolo, el despertador era el inoportuno contrapunto a su placentera ensoñación. El encargado de conducirla al día a día, más triste, más gris, más apagado.
ResponderEliminarComo siempre, muy bien narrado y en tu linea.
Un fuerte abrazo.
Es la obsesión de los despertadores:poner fin a todos los sueños.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola!
ResponderEliminarEs lo que pasa, una super noche con el mejor de los ídolos pero el duro despertar de la mañana nos quita toda la inspiración.
Muy bueno y con tu estilo!!
Gracias por participar.
Besos
Una relación tan íntima, donde el deseo hacia quien se admira, encuentra su escape y vuelca sus necesidades y pasión... lástima el reloj, inoportuno, como la mayoría de las veces, apremiando con su latido incansable.
ResponderEliminarSensualmente erótico, un micro tan tú! :D
Besos:
Gaby*
Tendríamos que machacar todos los despertadores, en todos los sentidos.
ResponderEliminarCada cual con sus ensueños, los que sean.
Besitos.
Los despertadores deberían estar prohibidos siempre, pero más aún en las habitaciones con posters.
ResponderEliminarDesde la compañía mas deseada, la lanzaron en un rinnn monótono y odioso, a la realidad, donde no le apetecía estar.
ResponderEliminarEl que invento el reloj nos colgó las cadenas al cuello, puesto que desde entonces nuestro tiempo es de otros.
Me gusta tu relato guapa.
Besos.
Bueno pobre despertador, que todos lo habeis hecho añicos, total por sonar a su hora... Buen comienzo y real ese final.
ResponderEliminar*L* un besote.
Buen relato muy bien logrado y por cierto en tu indiscutible estilo
ResponderEliminarLos sueños siempre son mejores que la pura realidad donde ni siquiera los ídolos son perfectos...
ResponderEliminarUn beso
El despertador la devolvió a la realidad, esa en la que no hay nadie perfecto, ni siquiera nuestros mayores ídolos. Un beso.
ResponderEliminarMuy logrado relato...
ResponderEliminarNo le perdono al ídolo, que me deje sin fantasía, por lo que mejor: que no todos los sueños se realicen y queden para el espacio reservado de la imaginación (eso sí, lejos de los depertadores ;)
besos