¿Podría esa pasión no ser espina, ser licor que vivifica? La pasión convertida en maldición nos induce a no probarla, estigma, pecado, culpa, tristeza.
ahí andamos con la puñetera espina que duele cuando me muevo, cuando la extraño, cuando se marcha y cuando me mira... ahí andamos como perros vagabundos, escogiendo el olor de las cenizas y desangrándonos por los costados.
¡Claro!
ResponderEliminarPor eso yo no me la arranco aunque me duela.
¡Beso!!
Mi poeta favorito, magnífica generación la del 98, D. Antonio, sin duda alguna, maestro de maestros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay espinas que matan
ResponderEliminarmi beso.
¿Podría esa pasión no ser espina, ser licor que vivifica?
ResponderEliminarLa pasión convertida en maldición nos induce a no probarla, estigma, pecado, culpa, tristeza.
ahí andamos con la puñetera espina que duele cuando me muevo, cuando la extraño, cuando se marcha y cuando me mira...
ResponderEliminarahí andamos como perros vagabundos, escogiendo el olor de las cenizas y desangrándonos por los costados.
Andamos jodidos, pero al fin y al cabo...andamos.