LA BALADA DE LA MASTURBADORA SOLITARIA
El final del asunto siempre es la muerte.
Ella es mi taller. Ojo escurridizo,
fuera de mi misma raza mi aliento
te echa en falta. Escandalizo
a los que están presentes. Estoy saciada.
Por la noche, sola, me caso con la cama.
Dedo a dedo, ahora es mía.
Ella no está demasiado lejos. Ella es mi encuentro.
La taño como a una campana. Me recuesto
en la pérgola donde solías montarla.
Me hiciste tuya sobre el edredón floreado.
Por la noche, sola, me caso con la cama.
Toma, por ejemplo, esta noche, amor mío,
en la que cada pareja se entremezcla
en un revolcón, abajo, arriba,
el par abundante en espuma y pluma,
de rodillas y empujando, cabeza a cabeza.
Por la noche, sola, me caso con la cama.
De este modo me escapo de mi cuerpo,
un molesto milagro. ¿Podría
exponer el mercado de los sueños?
Me despliego. Crucifico.
Mi pequeña ciruela la llamabas.
De noche, sola, me caso con la cama.
Entonces llegó mi rival de ojos oscuros.
La dama acuática, irguiéndose en la playa,
un piano en la yema de los dedos, vergüenza
en los labios y una voz de flauta.
Y así yo fui la escoba patizamba.
Por la noche, sola, me caso con la cama.
Ella te tomó como toma una mujer
un vestido de saldo de un estante
y yo me rompí como se rompe una piedra.
Te devuelvo tus libros y tu caña de pescar.
El periódico de hoy dice que os habéis casado.
De noche, sola, me caso con la cama.
Los chicos y chicas son uno esta noche.
Desabotonan blusas. Bajan cremalleras.
Se quitan los zapatos. Apagan la luz.
Las brillantes criaturas están llenas de mentiras.
Se comen mutuamente. Están sobrealimentados.
Por la noche, sola, me caso con la cama.
Anne Sexton, The Love Poems. 1969.
*N.B.: Traducción libre realizada por mí (en revisión).
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