—Hasta que no finalicen los trabajos no se nos permitirá utilizar otra parte del convento que no sea la capilla, las celdas, la cocina y el comedor en el que estamos —concluyó la abadesa con gravedad en su tono y la mirada fija en la cruz del rosario que pendía del atril en busca de un milagro, de una coartada válida e inexistente.
Con un gesto de cabeza dio paso después a la más joven de las novicias recién llegadas para que prosiguiera con la lectura. En lugar de un pasaje de la Biblia, leyó por orden de la madre superiora una y otra vez hasta el final de la cena y a modo de mantra flagelatorio el sexto Mandamiento: "no cometerás actos impuros".
El tintineo de las cucharas sobre los platos soperos se convirtió aquella noche en una sinfonía de culpa y de vergüenza que no hacía sino recordar cada golpe de pico que los operarios, bajo estricta vigilancia de un agente de policía, asestaban durante el día sobre el suelo del túnel que unía ese convento de monjas de clausura con el monasterio contiguo en busca de los restos óseos de bebés recién nacidos y fruto de encuentros furtivos entre las hermanas y el padre prior.
Sor Casilda, ingresada medio moribunda en el hospital, había desvelado la existencia de ese atroz cementerio a uno de los médicos que le atendían, creyendo -en pleno chute de morfina- que se trataba del cura que le estaba administrando la extremaunción y al que confesaba todos sus pecados antes de morir.
***Más relatos sobre conventos en casa de Rhodea Blason:
La anfitriona de este jueves ha regalado esta imagen
a todos los participantes en su convocatoria.
GRACIAS, Rhodea!!!
:)
Nos invita igualmente a conceder este mismo premio
al comentario/comentarista que más nos haya sorprendido.
En mi caso, la huella que más me ha impactado
ha sido la de Pazzos (segundo comentario).
Todo un puntazo...
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Escalofriante! La intransigencia puede armar bombas de relojería.
ResponderEliminarBesos!
Huesitos de santo
ResponderEliminarMi relato de espectros y fantasmas quedó ingenuo en comparación.
ResponderEliminarCiertos ascetismos despiertan monstruosidades.
Gracias a Sor Casilda se pudieron confirmar nuestras sospechas.
ResponderEliminarLa moribunda reveló el secreto de aquellos encuentros furtivos entre el padre prior y sus fieles monjitas.
ResponderEliminarLuego se daría latigazos para clamar el perdón de dios.
Besos
Terrible confesión, terrible descubrimiento. Una escalofriante realidad escondida en ese túnel...
ResponderEliminarUna historia que pone al desnudo el hecho del que al sexto mandamiento, nadie le respetaba.
Besos!
Gaby*
El tunel del horror. Cuantos secretos guardan las paredes de las celdas de los conventos.
ResponderEliminarVeré la peli *L*.
Un beso.
Abundo, amiga, en lo dicho sobre la película. Misma anulación, terror, infanticidios, silencioooo, sobre todo eso y luego la nada de ir pasando las cuentas de un rosario hasta que se gasten los dedos y la vida.
ResponderEliminarVerdad cierta, asco.
Besito.
Pobre sor Casilda! pero gracias a ella se descubrió el pastel! Si es que al final el sexto mandamiento se hace muy difícil de cumplir, deberían pensárselo antes de vestir los hábitos.
ResponderEliminarUn beso
Muy bueno, una puesta en escena sutil y un entreacto brutal. Mucho contenido, para tan poca morfina.
ResponderEliminarUn texto, claro, conciso y suficiente.
Besos
Cruda manera de presentar una trama terrible. No es la primera vez que escucho semejantes historias. Si se repiten, uno no puede dejar de pensar que por algo será...
ResponderEliminar=(
Tanto ruido en el río, pues piedras trae.
ResponderEliminarEn algún convento perdido, de cualquier época, debe haber entierros clandestinos.
Saludos
Una historia tremendamente actual y siniestra. La has plasmado muy bien en tu texto.
ResponderEliminarGracias por participar en mi primera convocatoria.
Pásate por mi blog y recoge el premio que os doy a l@s participantes en mi primera propuesta para que ...no me olvidéis.
Besos
Da mucho gusto leer tu relato, por cómo está escrito, por cómo desarrollas el tema, por la forma de contar, al fin y al cabo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, guapa!
Me ha gustado la forma en que has relatado una historia que es bastante escalofriante y que al parecer ha sucedido en más de una ocasión. Consecuencias de demonizar y reprimir los deseos carnales, la pulsiñon sexual que es consustancial con el ser humano. No se le pueden poner puertas al campo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.