Un día de primavera
en medio de una campiña
estaba una bella
niña
trabajando en una era.
Con el rastrillo extendía
las pajas que cada día
hacían de cama al ganado
poniendo en ello cuidado.
A las vacas ordeñaba
con esmero y alegría
y de sus ubres sacaba
rica leche cada día.
La lechera no sabía
que de cerca la observaba
un apuesto mozalbete
que subido a un taburete
y agarrándose a una aldaba
miraba la vaquería.
Le conocían por Juan,
el "picha brava valiente",
—¡Un pendejo y un truhán!—
decía de él la gente.
Agachó la chavalilla
su cuerpo para el ordeño
y cuando vio éste sus pechos,
se le puso bien gordilla.
Catar quiso enfebrecido
el oro que en sus polainas
la buena moza guardaba.
Soltóse pues de la aldaba
y sin remilgos ni vainas
se acercó a la linda dama
con el rabo bien henchido.
el oro que en sus polainas
la buena moza guardaba.
Soltóse pues de la aldaba
y sin remilgos ni vainas
se acercó a la linda dama
con el rabo bien henchido.
a la doncella
inocente:
—¡Que mira qué bello cuerpo,
que vaya tetas, mi reina,
me está poniendo caliente
imaginar tu entrepierna!
De cintura para abajo
se desnudó el muy tunante
dejando al aire el badajo,
y le soltó tan campante:
se desnudó el muy tunante
dejando al aire el badajo,
y le soltó tan campante:
— Agarra bien mi cimbrel
y menéalo con tiento,
puedes creer que no
miento
cuando digo que en tu boca
te sabrá a ambrosía y miel.
La dulce muchacha asombrada
se agachó a ver bien su aparato
y alterada y preocupada
le dijo al cabo de un rato:
La dulce muchacha asombrada
se agachó a ver bien su aparato
y alterada y preocupada
le dijo al cabo de un rato:
—¡Santo cielo, vaya verga!
Con esas venas marcadas,
tan
grande y descomunal
veo el asunto fatal...
¿No tendré después arcadas?
—No te me asustes, chiquilla,
procuraré que mi glande
no te
incomode, ni espante,
ni roce tu
campanilla.
La convenció el muy bribón
de que aquello no era malo
y sin pensarlo el pibón
se puso a comerle el falo.
de que aquello no era malo
y sin pensarlo el pibón
se puso a comerle el falo.
Menudo trajín se traía
con el cipote la tía,
que tenía ya color granate
paladar, lengua y gaznate.
Sacó de su boca el nabo
cuando vio que estaba a punto
pues lo que en realidad quería
el granuja de la cría
era robar su tesoro
y que acabara el asunto.
La creyó tan virginal
que se la metió despacio.
Sin embargo, ni hizo tope,
ni el himen estaba intacto,
y de la holgura que había
en esa cueva abisal
no pudo llegar al final
por quedársele el miembro lacio.
Y es que no sabía el tipo
que a todo varón de esos lares
se tiró antes la chiquilla
y el único oro que obtuvo
por golfo de aquellos bajos
fue un prurito molesto,
bochorno y muchos picores
porque le pasó ladillas.
Sacó de su boca el nabo
cuando vio que estaba a punto
pues lo que en realidad quería
el granuja de la cría
era robar su tesoro
y que acabara el asunto.
La creyó tan virginal
que se la metió despacio.
Sin embargo, ni hizo tope,
ni el himen estaba intacto,
y de la holgura que había
en esa cueva abisal
no pudo llegar al final
por quedársele el miembro lacio.
Y es que no sabía el tipo
que a todo varón de esos lares
se tiró antes la chiquilla
y el único oro que obtuvo
por golfo de aquellos bajos
fue un prurito molesto,
bochorno y muchos picores
porque le pasó ladillas.
Mirad qué cacho pedrusco de oro
ha elegido el convocante de este juevero
como acompañamiento a mi texto:
como acompañamiento a mi texto:
GRACIAS, Juan Carlos!!!
:)
____________
Quiso el muchacho desvirgar a la bella doncella.y e aqul que la doncella resulto manceba, y habia ordeñado a todos los pastores de la vaqueria.
ResponderEliminarMe a encantado. Mi beso
De donde cabe discernir
ResponderEliminarque es sabido a todas luces
que no siempre a primera vista
es oro lo que reluce.
Un abrazo.
jajaja Como la adivinanza "oro parece plata no es..." Pero demonios con la chiquilla, se las trae.
ResponderEliminarBesos.
Ni era tan chiquilla, ni era oro lo que tenía, !para que se fie el muy gañan!
ResponderEliminarBesos *L*
Mi primera idea era decir "no es oro todo lo que reluce", idea que también ha tenido Juan L. y se me ha anticipado. Divertido relato.
ResponderEliminarSobre lo que decías en tu comentario, por supuesto que te he enlazado. No censuraré a nadie, pero menos si es por hablar de un asunto que me gusta, y creo nos gusta a todos, como es el sexo.
Besos.
Divertidísima forma de enfocar el tema de la fiebre del oro. Tu poesía erótico-festiva, me ha encantado. me recuerda los cantares de ciego, aquellas coplillas que iban recitando de pueblo en pueblo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
No se qué decir, me ha encantado todo! el tono pícaro y divertido con que has enfocado el tema,las fotos, la moraleja ja,ja...me ha parecido genial! Un beso
ResponderEliminarjaja! y bue... me adhiero a la frase consabida de que "no es oro todo lo que reluce"! No se me ocurre otra cosa dadas las circunstancias!
ResponderEliminarMucho desenfado y humor, me ha gustado, vamos ya con el oro!
Besos!
Gaby*
me he divertido de verdad. Menudo granuja, le estuvo bien empleado por creerse el único que había gozado de la muchacha. Ese tesoro lo tuvo que compartir.
ResponderEliminarUn abrazo
A veces parece que has encontrado una mina, y luego resulta que es la mina la que te ha encomntrado a ti. Un beso.
ResponderEliminarjua!
ResponderEliminara esa fiebre esas ladillas, al mejor cazador se le escapa una perdiz!
muy divertido!
Guaauuu...desconocía esta parte de tu blog!!...me encantó!! :-) :-) :-)
ResponderEliminarBsazo guapaa!!
El mozo garrido pilló ladillas que el nabo se han comido por haber dormido con la galana barragana que no era vaquera lozana. !Toma ya! esta coplilla bien escrita no se critica que de ella se desprende mucho duende.
ResponderEliminarPerdón por el retraso, llegué ayer de mirar soles de oro puro napolitano. !Salve! y besitos contentos.
Jeje...cada vez que lo leo me río más... :)
ResponderEliminarUn beso..!!