SÖREN KIERKEGAARD - Diario de un seductor








CORDELIA

[Fragmentos]



     ¿Quieres huir, pequeña pescadora, y ocultarte entre los árboles? Levanta tranquila tu carga. ¡Qué hermosa eres incluso cuando te inclinas hacia el suelo y qué natural gracia tienes! Cual en el movimiento de una danzarina, tus formas revelan tu belleza... Tu cintura es esbelta, alto el seno y todo el cuerpo igualmente esbelto. Nadie lo puede negar. ¿Imaginas que estas cosas cuentan poco y que las grandes damas son más hermosas que tú? No sabes, niña mía, cuán falso es el mundo. Veo ahora que vuelves a tomar tu carga y que penetras en la inmensa selva que se extiende durante millas y más millas hasta tocar, a lo lejos, las montañas azules. Tal vez no eres hija de un pescador, sino de una princesa obligada por los encantamientos a servir a un mago que por crueldad te envía al bosque en busca de leña... Así, por lo menos, lo cuentan las leyendas. Pero, ¿por qué avanzas por ese camino? Si realmente eres hija de un pescador, deberás pasar ante mí, por este camino, para descenderhasta la aldea.
     ¡Oh, continúo tranquilamente por el sendero que caprichosamente se interna entre los árboles! Mis ojos te siguen; vuélvete a mirar hacia mí que no te pierdo de vista... Pero no podrás moverme de este lugar, pues el deseo no me impulsa a seguirte y prefiero quedarme sentado aquí, al borde del camino, fumando tranquilamente, haciendo juguetonas volutas de humo.
     Puede que otra vez... Puede...
     ¡Cuánta malicia en tu mirada, al volver ligeramente la cabeza! Cuánta seducción en tu paso leve!
     Sí, lo sé, presiento a dónde se dirige tu camino... Allá, hacia la selva solitaria, donde hay tanta quietud, interrumpida solamente por el susurro misterioso de las hojas. ¿Ves? Ni el cielo te favorece, porque ahora se está cubriendo de nubes y torna más oscuro aún el fondo del bosque y parece que, muy discretamente, quiera dejar caer una cortina entre nosotros...
     Adiós, mi bella pescadora, adiós; te agradezco tu amabilidad y ese momento de dulce sensación, que si no basta para que me levante del borde del camino, me ha conmovido muy íntimamente.

(...)

     El amor tiene muchas variaciones. Cordelia progresa. Se sienta en mis rodillas, me ciñe el cuello con un brazo suave y cálido, y se apoya en mi pecho. Ligeras, sin peso corporal, sus formas muelles me tocan apenas y me envuelven como una flor encantadora...
     Su mirada se oculta detrás de los párpados; el pecho es más resplandeciente que la nieve, y tan liso que mis ojos no pueden posarse en él sin resbalar. El pecho se levanta. ¿Qué significa este movimiento? ¿Quizá frialdad? Quizás es un sueño, un presentimiento del verdadero amor. Pero el sueño aún carece de energía. Ella me abraza de un modo abstracto, igual que el ciclo abraza a un santo, levemente; como el aliento del céfiro abraza una flor. Y su beso es indefinido todavía; así el cielo besa al mar; es dulce y leve: así el rocío besa una flor; es solemne: así la mar besa la imagen de la luna...

(...)


     Hay una gran diferencia entre erótica espiritual y terrenal. Hasta ahora traté de desarrollar la espiritual en Cordelia. Pero desde hoy mis relaciones con Cordelia tendrán que cambiar: mi presencia no ha de servirle ya de acompañamiento, sino para inducirla a la tentación.
     En estos días no he hecho más que prepararme, utilizando a favor mío el famoso pasaje de Fedro sobre el amor. Todo mi ser quedó electrizado como por un magnífico preludio. ¡Verdaderamente, Platón tenía un pleno y perfecto conocimiento de la ciencia amatoria!

(...)

     Mi Cordelia:
     Ahora puedo llamarte mía verdaderamente… No es a causa de ningún signo exterior por lo que estoy convencido de mi posesión. ¡Pronto serás mía! Y cuando te tenga aprisionada en mis brazos y tú me aprietes sobre tu corazón, no tendremos seguramente necesidad del anillo nupcial para sentir pertenecernos el uno al otro. Nuestro anillo es el abrazo: ¿no vale tal vez más que un distintivo?
     Y la libertad será tanto mayor cuanto más este anillo nos apriete uniéndonos indisolublemente porque tú estarás libre sólo perteneciéndome y yo estaré libre sólo siendo tuyo.


Tu Johannes.  




Sören Kierkegaard: Diario de un seductor. Barcelona, Ediciones 29, 1989. Traducción de León Ignacio.

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2 comentarios:

  1. Cambiaré mi nick por el de Cordelia.

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  2. Por mí bien, Pitt, si es tu deseo... Estoy a favor del cambio de sexo.

    Creo que a partir de ahora Pepe te va a mirar con otros ojos...

    XD

    Besos.

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