El juego de las diferencias









DE PEQUEÑA me gustaba 
que me contaran cuentos 
de príncipes y princesas 
en los que el final feliz 
consistía en comer perdices.

DE MAYOR huyoooooo
de quienes me cuentan cuentos,
 no creo en príncipes, ni en princesas,
y considero un final más que feliz 
tener la oportunidad 
de comerme de vez en cuando
 algún que otro pichón.


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