MIGUEL HERNÁNDEZ - Égloga - nudista




***De este poema sólo he encontrado pequeños fragmentos por la red, así que lo pongo aquí al completo. Es algo extenso. Sin embargo, os animo a leerlo. Merece la pena. ;)
He respetado las minúsculas de los nombres propios que aparecen en la edición de la que lo he extraído (5ª, de 1978).

Que lo disfrutéis! :)




© Tamara de Lempicka - "Adán y Eva"




Tu tronco con tu tronco se reveza,
palma, salido hoy mismo de su hueso,
y no a fuerza de espacio tras espacio.
Contra la vertical nuestra cabeza,
sus músculos nos dan su fortaleza,
y el tacto de la frente adquiere el peso
de su movida copa de palacio.


Tu cuerpo ejercitado en el pancracio,
tu palma que diana te origina
cuando flechas la airosa jabalina,
tu mejor zona, ¡oh césped de tu sexo!,
trémulo por la brisa como el mío,
clavel y genuflexo;
tu desnudo que, adán, yo corroboro,
abre al ambiente la avidez del poro.


Desnudos, sí, vestidos de inocencia,
te incorporas la vida, me incorporo,
somos, y no,  cautivos
de las pequeñas vidas animales,
si llegan a rozar nuestra existencia.
Como después de vivos,
nos hacemos terrestres, vegetales
en esencia, en presencia y en potencia.


Desnudos: se comienza
de nuevo la creación y la sonrisa,
sin vicio ni vergüenza
íntimamente unidos con la brisa.
Nuestra planta, gozando con el tacto
más que el cordero hambriento con el gusto,
en el forzoso acto
del paso  o compromiso,
siente una sensación de paraíso.
Se detalla tu sangre por tu busto:
¡mira! el sabroso origen de la fuente
del suspiro y del susto.
Das, al salir del río
de tus miembros agente
 fuiste allí por mil tús multiplicada,
la sensación del hecho más reciente,
y adivino en tu estado mejor frío
la caliente vaharada
de la mano de Dios recién marchada.


Éste es el primer día.
Todo recobra la categoría,
la personalidad, la arquitectura
de los puros momentos principales.
Nuestro color primero
ayuda a realizarse los colores.
Halla el alba anterior un compañero,
una conformidad en ti segura.
Las rosas posteriores
son las rosas, los besos iniciales
de la pompa, la gracia y la hermosura:
novedad promotora
del matiz coincidente de la aurora,
del gesto de tu boca y de tu mano.
Queriendo está venenos
serpientes el manzano,
que alrededor del tronco y de sí mismas,
a lo látigo prismas,
a lo largo barrenos,
ofrezcan, como en juegos malabares,
sus pecados de almíbares mollares.
 Largas y demasiadas las serpientes
para lo corto y poco del pecado.
Preliminares pájaros, sus plumas
coordinan por amor y su garganta.
Tu mirada ha inventado
los manantiales cielos, las espumas,
y el peso de tu planta,
y la mía y mi peso los caminos.


Desnudos, sí desnudos:
el verde es más suave,
los guijarros más rudos.
Aspira los olores campesinos
de par en par el poro.
¡Ningún calzón que corrobore y trabe
la libertad del sexo en primitivo!
Con detalles canísimos de oro
de inaprehensibles cuernos, no de toro,
que apuntan cuando llueve en su manida,
corriendo por la hierba
hallamos en nosotros
una emoción de incontenibles potros:
de ciervo fugitivo
yo, tras ti enamorado, tú de cierva.


Nuestra función de vida
cumplimos sin ningún inconveniente.
Nos vamos contra el viento
y nos circula, sangre transparente,
su sensibilidad y sentimiento.


En ascua el mediodía,
cayendo el sol sobre
la espalda, nos revela su volumen.
Arden como luciérnagas de cobre
 ¡oh vida brevemente iluminada ,
los cuerpos, bronce en vía
de bronce, y si en lo oculto de la umbría
nuestras vidas se sumen,
con el polen de luz de los sudores,
catan nuestros colores,
por pertinaces brisas promulgada,
toda la calidad de sus frescores!


Si descansas un fruto
encima de mi pierna,
me injertas su materia dulce y tierna
como otro sexo en bruto.


Te busco un seno amigo
como un nido de pájaros lunadas.
Se miran, sin hallarse, las miradas
morenas de tu ombligo y de mi ombligo.


Gimnasta nuestro amor, se da en los prados
besos rítmicamente suspirados.


Somos adán y eva
que ha reanudado Dios a la edad nueva.
¡Ay! hasta que el estío
el otoño releva,
y el ángel, expulsándonos del frío,
de nuestros dos estados verdaderos
a un infierno de calles y sombreros,
nos recuerda de ser, por nuestros males,
no padres principales,
sino hijos postreros.




Miguel Hernández, Poemas de adolescencia; Perito en lunas; Otros poemas. Buenos Aires, 1963. Editorial Losada - Biblioteca Clásica y Contemporánea.
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2 comentarios:

  1. No entiendo todo lo que dice el poeta, pero sus versos me parecen una celebración de la vida y del regreso, tras la muerte, a ella. Un paréntesis entre paréntesis. Me ha gustado.

    Besos bucólicos *L* :)

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  2. No lo conocía. Gracias, L.

    Besos.

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