Lucía





Lucía tenía una mente tan flexible y tolerante como los músculos de su vagina. Su tremenda imaginación la llevó a crear un mundo paralelo donde palabras como coño, teta, polla y culo se columpiaban en armonía sobre los renglones de una libreta en blanco. Allí se sentía libre, se sentía feliz. Pero lo que nadie sabía es que se avergonzaba por todo y que tenía una inseguridad tal que, cuando un día le dijeron que iba a dejar de ser una dama por emplear términos poco apropiados para una señorita como ella, quiso desaparecer...

Justo en el momento en que iba a emprender la huida se presentó por fortuna un caballero andante que la llevó en volandas a un paraíso onírico donde reinaba el RESPETO. A Lucía le gustó tanto aquel lugar que, antes de regresar al mundo real y sin que nadie la viera, tomó un pedacito de paraíso con sus manos y lo colocó sobre su pecho, muy cerca del corazón.

El viaje de vuelta la dejó tan exhausta que cayó rendida sobre su cama. Cuando despertó quiso agradecer a su caballero tan bonito gesto. Buscó incesantemente sin encontrar rastro de él. Sus esfuerzos fueron vanos porque sólo aparecía en sueños.

Desde entonces, cada vez que a Lucía la llaman malhablada, sucia y puta, cierra los ojos, se lleva las manos al pecho y se pone a soñar.





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9 comentarios:

  1. Envidia de ese "caballero" que aunque siendo etéreo consigue alojarse cerca de su corazón y servir de apoyo en esos malos momentos...
    Lucía, la puta malhablada, es una dama de los pies a la cabeza...

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  2. Que chulo lo que has escrito, me gusta mucho, te mereces un caballero de esos, o dos. Besos.

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  3. Tú si que eres un caballero de los pies a la cabeza, LEO!!! Me lo dice mi intuición de brujilla... ;)

    Menos mal que has dicho "cerca de su corazón" y no "de sus tetas". De lo contrario, lo mismo se presenta por aquí Lucía y te mete un revés, jajaja...

    Besos agradecidos. :)

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  4. Sí, LOLI, o tres, o cuatro, no te digo...

    Besos, bruja!

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  5. Este es el primer cuento que he escrito. Para hacerlo me he fijado en las diez pautas que da JULIO RAMÓN RIBEYRO en su libro La palabra del mudo. Os las pongo a continuación:

    1.- El cuento debe contar una historia. No hay cuento sin historia. El cuento se ha hecho para que el lector a su vez pueda contarlo.

    2.- La historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real debe parecer inventada y si es inventada, real.

    3.- El cuento debe ser de preferencia breve, de modo que pueda leerse de un tirón.

    4.- La historia contada por el cuento debe entretener, conmover, intrigar o sorprender, si todo ello junto mejor. Si no logra ninguno de estos efectos no existe como cuento.

    5.- El estilo del cuento debe ser directo, sencillo, sin ornamentos ni digresiones. Dejemos eso para la poesía o la novela.

    6.- El cuento debe sólo mostrar, no enseñar. De otro modo sería una moraleja.

    7.- El cuento admite todas las técnicas: diálogo, monólogo, narración pura y simple, epístola, informe, collage de textos ajenos, etc., siempre y cuando la historia no se diluya y pueda el lector reducirla a su expresión oral.

    8.- El cuento debe partir de situaciones en las que él o los personajes viven un conflicto que los obliga a tomar una decisión que pone en juego su destino.

    9.- En el cuento no deben haber tiempos muertos ni sobrar nada. Cada palabra es absolutamente imprescindible.

    10.- El cuento debe conducir necesaria, inexorablemente a un solo desenlace, por sorpresivo que sea. Si el lector no acepta ese desenlace es que el cuento ha fallado.

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  6. Y ahora os pregunto:

    ¿CREÉIS QUE LO HE CONSEGUIDO?

    Besos.

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  7. Lucía irradia sensualidad...reclama el respeto que otorga a las palabras elegidas con soberana voluntad. Y gobierna la flexibilidad de sus labios, mayores los respetos y menores los agravios.

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  8. Otro caballero por estos lares... ¡Suerte la mía!

    Sus comentarios son sublimes y elegantes, querido OTTO, a la par que acertados. Ni yo misma hubiera podido expresar con palabras que era eso lo que quería transmitir con este cuento...

    Tengo pendiente mi elogio hacia sus ditirambos (leídos y reflexionados, aunque no comentados aún). He de recuperarme antes del síndrome de Stendhal que me provocan sus escritos (y su música). Temo aún así no ser capaz de tal empresa pues habría de crear un poema laudatorio similar para estar a la altura de la belleza que nos regalan los suyos.

    Besos... con reverencia. También de parte de Lucía, contenta de conocer lo que transmite.

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  9. Pues lo has conseguido.
    Viva Lucía, me cae bien.

    Besos de otra malhablada

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