Atraído por el suave dulzor
del azúcar derramado
sobre mi vulva,
repasas a mordiscos
mis recodos menos expuestos.
Observo atónita tu brusca boca
zambulléndose apresurada
entre mis muslos
con ansia brutal de amante primerizo.
Trazando un itinerario sin brújula
con tu desesperada lengua,
mi erecto y ardiente clítoris
te guía como un faro.
Te agazapas en mi cristalina gruta.
Buceas entre mis almibarados efluvios.
Mi cabeza me frena.
Mi cuerpo desobedece.
No hay marcha atrás...
Perdida en una marea de sensaciones
me dejo llevar
hasta alcanzar el clímax.
- Será la última vez -
me digo arrepentida y cabizbaja
mientras me doy una ducha
para llevarte al veterinario.
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