Sendebar (o El libro de los engaños) - Cuento 18: "Ingenia"






[CUENTO 18: Ingenia]


Enxenplo del mançebo que non quería casar fasta que sopiese las maldades de las mugeres




     E señor, dixiéronme que un omne que non quería casar fasta que sopiese e aprendiese las maldades de las mugeres e los sus engaños. E anduvo tanto fasta que llegó a un aldea e dixiéronle que avié buenos sabios del engaño de las mugeres, e costólʼ mucho aprender las artes. Díxolʼ aquel que era más sabidor: —¿Quieres que te diga? Jamás nunca sabrás nin aprenderás acabadamente los engaños de las mugeres fasta que te asientes tres días sobre la çeniza, e non comas sinon un poco de ordio1, pan de ordio e sal, e aprenderás.
     E él le dixo que le plazía, e fízolo así. Entonçes posóse sobre la çeniza, e fizo muchos libros de las artes de las mugeres. E después que esto ovo fecho, dixo que se quería tornar para su tierra e posó en casa de un omne bueno. E el huésped le preguntó de todo aquello que levava, e él le dixo dónde era e cómmo se avía asentado sobre la çeniza de mientra2 trasladara aquellos libros, e cómmo comiera el pan de ordio, e cómmo pasara mucha cueita e mucha lazeria3, e trasladó aquellas artes. E después quʼesto le ovo contado, tomólo el huésped por la mano, e levólo a su muger e díxolʼ: —Un omne bueno é fallado que viene cansado de su camino.
     E contólʼ toda su fazienda e rogóle que lʼ fiziese algo fasa que se fuese esforçando4, [ca] entonçes era flaco. E después quʼesto ovo dicho, fuese a su mandado, e la muger fizo bien lo que lʼ castigara; entonçes començó ella de preguntalle qué omne era e cómmo andava. E él contógelo todo, e ella quando lo vio, tóvolo por omne de poco seso e de poco recabdo5 porque entendió que nunca podía acabar aquello que començara, e dixo:
—Bien creo verdaderamente que nunca muger del mundo te pueda engañar nin es a enparejar con aquestos libros que as adobado6.
     E dixo ella en su coraçón: «Sea agora quam sabidor quisiere que yo le faré conosçer el su poco seso, en que anda engañado. ¡Yo só aquella que lo sabré fazer!»
    Entonçes lo llamó e dixo: —Amigo, yo só muger mançeba7 e fermosa e en buena sazón, e mi marido es muy viejo e cansado e de muy gran tienpo pasado que non yazió conmigo. Por ende, si tú quisieses e yazieses comigo, que eres omne cuerdo e entendido, e non lo digas a nadie.
     E quando ella ovo dicho, cuidó que le dezía verdat e levantóse e quiso travar d'ella8, e dixo: —Espera un poco, e desnudémonos.
     E él desnudóse, e ella dio grandes bozes e garpiósʼ e recudieron9 luego los vezinos, e ella dixo ante que ellos entrasen: —¡Tiéndete en tierra; si non, muerto eres!
     E él fízolo así, e ella metiólʼ un gran bocado de pan en la boca, e quando los omnes entraron, pescudaron10 que qué oviera. E ella dixo: —Este omne es nuestro huésped e quísose afogar con un bocado de pan e bolviénsele los ojos.
     Entonçes descubriólo e echólʼ del agua por que acordase11. Él non acordava en todo esto, echándolʼ agua fría, e alinpiándole12 el rostro con un paño blanco. Entonçes saliéronse los omnes e fuéronse su carrera, e ella dixo: —Amigo, ¿en tus libros ay alguna tal arte commo ésta?
     E dixo él: —En buena fe, nunca la vi nin la fallé tal como ésta.
     E dixo ella: —Tú gasteste ý mucha lazeria e mucho mal día, e nunca esperes ende ál, que esto que tú demandas nunca lo acabarás tú nin omne de quantos son nasçidos.
     E él, quando esto vio, tomó todos sus libros, e metiólos en el fuego, e dixo que de más avía despendido13 sus días.

     E yo, señor, non te di este enxenplo sinon que non mates tu fijo por palabras de una muger.
E el Rey mandó que non matasen su fijo.

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K 1227   Una mujer engaña a un hombre para que se desnude y luego avisa a los vecinos.
X 52   Desnudo ridículo.
K 1210   Amantes humillados y frustrados.


     El comienzo de este cuento recuerda al relato XIV de la Disciplina Clericalis («De puteo»). También allí el protagonista pone todo su afán en aprender todo tipo de arte mujeril y actuará aconsejado por el hombre más sabio de la región. Ni en un caso ni en otro lo aprendido resulta de ningún provecho, pese a que en el cuento del Sendebar el hombre se someta a todo un ritual iniciático: desplazamiento en busca del saber, asesoramiento con un maestro-guía, período de pruebas, etc. La conclusión es también común a otros textos sapienciales: el sabio difícilmente puede hacer nada contra los engaños de las mujeres. La respuesta quizás se encierre en el proverbio final: «aunque se tornase la tierra papel, e la mar tinta e los peçes della péndolas, que non podrían escrevir las maldades de las mugeres». Estas artes son infinitas, por lo que no pueden aprenderse en los libros.



Sendebar (CLICK) - Cuento 18: "Ingenia" (Enxenplo del mançebo que non quería casar fasta que sopiese las maldades de las mugeres y De cómmo al otavo día fabló el Infante e fue ant'el Rey), Madrid, 1996. Cátedra Editorial - Colección Letras Hispánicas. Edición de M.ª Jesús Lacarra.

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1 ordio: cebada.
2 de mientras: mientras.
3 lazeria: sufrimiento, tortura.
4 esforçando: recuperando.
5 recabdo: cuidado, conocimiento.
6 nin es a enparejar con aquestos libros que as adobado: ni se puede comparar con estos libros que has preparado.
7 mançeba: joven.
8 travar d'ella: retenerla.
9 recudieron: acudieron.
10 pescudaron: preguntaron.
11 acordase: volviese en sí.
12 alimpiándole: limpiándole.
13 despendido: gastado.

2 comentarios:

  1. Poco han cambiado las cosas, seguimos siendo, en la mayoría de los casos, aprendices de todo, maestros de nada, en el arte de entenderos, no sólo en cuestiones sexuales, sino en todas las demás caras del prisma de la vida junto a vosotras. Qué le vamos hacer, somos seres primarios...

    Besos.

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  2. Tú lo has dicho. Aprendices hasta el final.

    Besos, Driver.

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