AMELIA DÍAZ BENLLIURE - Alfombras voladoras
Ese cuerpo
que acostumbraba a ser alfombra
y pintaba los ojos de cielos
y la boca mordía sonrisas
y el sexo
se hacía carne que no amor.
Que aunque no quieras yo quiero
y te aguantas
y no duele
porque ya no estás
ahí.
Porque vuelas y te ocultas
en la rama más alta de un almendro.
Pero llega el frío
y te posee.
Y las uñas se quiebran
y los dientes chirrían
y vuelves
y vuelves
y vuelves
a ser polvo
o felpudo.
Y tu cuerpo se hace alfombra
y sales volando
más allá
de las mil quinientas y una noches.
***De
Manual para entender las distancias, ACEN, 2011.
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Lee mi entrada de hoy, va de lo mismo o parecido.
ResponderEliminarBesos
No estoy tan segura, Tracy...
EliminarBesos.
Habrá que olvidar todas las alfombras y felpudos del mundo para penetrar una noche sin intenciones.
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